jueves, 24 de diciembre de 2009

¿Quién es Julián?

¿Quién es Julián?


Leo preguntaba el otro día y me pidió responder poéticamente,

a ver… ¿Qué sé yo de Julián?

Lo bueno es que lo conozco desde que sus ojos vieron la luz del día,

recuerdo que de chico era muy malcriado, sobre todo por su abuela.

Lo dejaba ganar en todo, y así aprendió a hacer trampa,

de ahí seguro sacó la costumbre de enojarse cuando las cosas no le salen como él quiere.

Paradójicamente, cuando descubrió que implicancias llevaba hacer trampa,

odió cuando alguien lo hacía y procuró dejar de tener ese mal hábito.

Recuerdo no ver muchas veces que el Sol tocase sus mejillas,

después me contó que su madre no lo dejaba salir del hogar salvo raras excepciones.

El chico algo solitario y muy aplicado en la escuela creció sin mayores sobresaltos,

siempre fue un adelantado y rápidamente desmonto las farsas infantiles,

Papá Noel y los Reyes Magos fueron las primeras víctimas de su sagacidad.

Creció creyendo en un mundo perfecto con todas sus armonías dentro del círculo donde se movía,

sabía que afuera había problemas, pero pensaba que solo existían allí.

Los 11 o 12 años le tiraron el mundo, su mundo perfecto, abajo,

el crecer vino con el privilegio (o la maldición) de ver las cosas como en realidad son.

No tenía círculo perfecto, es más, no tenía círculo,

descubrió que toda esa gente que sonreía en las fiestas tenía sus problemas,

consigo mismo y entre ellos, y pronto la persona que reunía a toda esa gente,

que en realidad no tenía muchas ganas de estar junta, extinguió la llama de su vida.

Un nuevo mundo, y un nuevo desafío, se presentaban ante las narices de este joven,

que decidió que no podía encarar las cosas como un “chico”,

así que se autoproclamó maduro a esa corta edad y tomo responsabilidades acordes,

ahora todo lo que pasase en ese mundo, el mundo adulto, el mundo problemático,

no pasarían desapercibidas para él, quería actuar, no quería dejar las responsabilidades en otros.

A su papá no le gustó mucho la idea, no le parecía bien que un pibe de su edad, y encima su hijo,

criticase u opinase al lado de gente con varios decenios recorridos.

A Julián no le importó, si buscar ganarse un lugar significaba enfrentarse a su progenitor,

pues estaba dispuesto a hacerlo.

Recuerdo risueñamente que siempre tiraba esta frase, que no se si la inventó el o su mamá,

“Si creo tener la razón le voy a discutir a quien sea, no importa si es el presidente o Dios”.

Hasta terminar la secundaria fue un rebelde que más que sin causa era sin argumentos,

se opuso a muchas cosas y gente, mayormente sin argumento alguno.

Aunque tuvo causas nobles, el no estar bien basado lo dejaba sin credibilidad.

Terminar la secundaria coincidió con terminar esa actitud,

Julián descubrió que no hay que criticar todo sino solo lo que puede mejorarse,

y que no tenía que hablar hasta no saber bien sobre lo que iba a hablar.

Ahora no era un conformista, seguía siendo un rebelde, pero ahora era uno verdadero,

no estaba en contra de todo, estaba en contra de lo que consideraba mal,

aprendió que hay un momento y una forma para reaccionar.

Claro que eso no se aplicaba a cuestiones personales, su temperamento distó de cambiar,

siempre reacciono airadamente, es de enojarse fácil, pero así de fácil se calma.

Siempre me pregunté por qué no festejaba mucho sus logros, así que un día me saque la duda,

me dijo que cumplir sus metas era su deber y que eso hacía que no festejase las cosas.

Ahí entendí que hay atrás de ese tipo que cierta gente considera exitoso,

también entendí esa frase que una vez escuche escaparse de sus labios:

“Cuando sos Julián fracasar nunca es una opción”.

Entendí que es exigente con los demás, pero que a la persona que más le exige es a sí mismo.

Hace poco me pregunte por el presente de este particular individuo,

descubrí que consiguió crear nuevos mundos, pero que todos habían caído,

todos excepto el nuevo donde residía, pero también me dijo que ese estaba por caer.

Lo ví manejarse en las ruinas de una realidad, su realidad, haciéndose pedazos.

El líder innato que siempre conocí se enfrentaba a su peor desafío,

no tuvo miedo de liderar tantas cosas antes, pero esta vez era distinto,

la realidad le exige liderar su propia vida.

Julián no quiere, un poco porque tiene miedo, pero sobretodo por otra cosa,

no cree que sea el momento, no quiere tomar las riendas en un momento así.

Él siente que necesita solo un poco de tiempo más, pero ve que no lo va a tener al parecer.

Improvisar es su fuerte, su fuerza de voluntad su motor,

pero Julián sigue odiando que las cosas no sean como él quiere.

El eterno adolescente, que nunca esquiva una responsabilidad,

intentará que su mundo no caiga aún,

pero en caso de no poder evitarlo, yo sé que volverá a crear uno nuevo.

Solo el tiempo dirá si Julián se enoja una vez más,

porqué las cosas no salen como él quiere.

1 comentario:

  1. No te enojes Julian, lideres la cosas, no hay metodologias, sigue que el MR esta siempre dando vuelta para darte una mano : D

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